Olores y sabores de la infancia

Cuando pensamos en nuestra niñez, una de las primeras cosas que nos vienen a la cabeza son los olores y sabores de la infancia.

Nuestra amiga Cristina, de la Editorial Cuatro Hojas, tiene un grupo de escritura en Facebook en el cual, cada semana, propone un tema para que la gente escriba sobre él. Hace unos meses, inspirada precisamente en uno de nuestros productos (ella suele comprar nuestras pastas para bebés porque tiene hijos pequeños y les encantan), propuso como tema semanal “galletas” (puso galletas por no poner pastas, por no crear confusión con la pasta italiana).

olores y sabores de la infancia

Pese a ser un tema en apariencia poco inspirador (¿qué puede inspirar una galleta a un escritor?) recibió un montón de relatos. Y la gran mayoría de ellos tenía como hilo conductor el pasado: la evocación de los recuerdos a través de sabores tradicionales. Los olores y sabores de la infancia.

Los nutricionistas suelen decir “no comas nada que tu abuela no reconocería como comida”, en alusión a la cantidad de alimentos procesados y llenos de conservantes que comemos habitualmente, y una galleta, una pasta, un dulce artesano, es algo que tu abuela, claramente, reconocería como comida. Es algo que has comido de niño. Reconoces su olor, su sabor… Tal vez no te remonta a tu infancia el sabor o la textura de una bollería industrial envasada en plástico que lleva tres meses en la estantería de un supermercado, pero sí el sabor suave de la harina de calidad mezclado con el aceite de oliva virgen extra y el azúcar de caña ecológico, tal y como lo hacía tu abuela. Sí, porque tu abuela usaba ingredientes ecológicos (más que nada porque no existían otros): ingredientes de proximidad, cultivados sin pesticidas, con mimo…, que daban un sabor de verdad a sus dulces.

Nuestra propuesta para recordar esos olores y sabores de la infancia

Por eso nuestra propuesta para hoy, primer día completo de primavera, no son unos pasteles glamourosos sino una simple caja de pastas. Suaves, auténticas, sin estridencias. Quédate en el sofá con un libro, un café bien caliente y una caja de pastas. Prueba una, cierra los ojos, disfruta de poder reconocer tú mismo cada uno de sus ingredientes… Y déjate llevar por lo que te evocan.